‘Cuando en una novela leo que se están haciendo café he de ir corriendo a hacerme uno’
Bangarang es la librería que Estela Sanchis y Jaime Belda regentan en València. Un matrimonio que ha enlazado sus pasiones (libros y cómics), para llenar de letras, imágenes e historias el barrio de Arrancapins.
Bangarang es un amplio espacio donde bulle la creatividad y la lectura, con un trato muy familiar. Un espacio lleno de vida que apuntala un barrio en plena eclosión cultural.
Nos tomamos un café de especialidad con Estela para que nos narre la historia de Bangarang y cómo se está desarrollando esta aventura que llevan entre manos.
¿Abrir una librería en estos tiempos es signo de rebeldía?
Quiero pensar que no. Cuando abrimos, a finales del 19, en València acababan de cerrar sus puertas dos librerías, Leo y Ambreta, y la ciudad se quedaba un poco coja en ese aspecto. De hecho, abrió El Imperio y La Primera casi al mismo tiempo que nosotros. Creo que estaba moviéndose algo para que esto ocurriese.
¿Qué es Bangarang?
Es una pasión que compartimos Jaime y yo, que somos unos locos de los cómics y de los libros, y decidimos abrir para dar cabida a ambas pasiones.
La primera idea de Jaime fue una librería de cómics, pero le dije que yo le apoyaba si metíamos también libros. Una vez en marcha vimos que el barrio demandaba más libros y entonces decidimos ofrecer ambos a partes iguales.
Hace un año se incorporó al equipo Pedro Rodríguez, otro gran experto en cómics. Entre tres personas se llevan mejor estos horarios.
Alguna vez se os ha definido como librería de autor, ¿qué significa eso para vosotros?
¡Me encantaría! Significa, quiero creer, que hacemos una selección muy propia de los títulos. Al final si somos sinceros tenemos todas las novedades de las editoriales independientes más conocidas, y de cómic prácticamente todo. Lo que sí es verdad es que elegimos todos los títulos uno a uno. Sabemos lo que nos gusta, lo que les gusta a nuestros clientes y en Bangarang no trabajamos tanto bestseller o novela de género o romántica como en otras librerías. Eso nos diferencia y, por supuesto, nuestra particular confluencia entre libros y cómics.
Tomar café y el acto de lectura están muy relacionados. ¿Eres de libro y taza de café?
Con el café me ocurre una cosa curiosa, cuando leo en un libro que alguien se está haciendo una taza de café tengo que ir corriendo a hacerme uno. Es como que lo huelo y me conecta. Una especie de sinestesia que solo me ocurre con el café.
¿Cómo te gusta el café?
Me gusta sin azúcar, siempre con algo de leche, que sea bueno y que esté bien hecho.
¿Escogisteis vosotros el barrio de Arrancapins u os escogió el barrio a vosotros?
Pues el hecho de abrir en Arrancapins fue bastante casual. Vivimos cerca, Jaime echaba una mano de vez en cuando al dueño del local y un día fui con él y me dijo, mira qué bonito es, ¿montamos algo? Yo soy fotógrafa, acababa de dejar mi trabajo en un laboratorio de fotografía química y dijimos, ¡va, montemos una librería! y en dos meses estaba abierta. También me pilló en una época en que estaba haciendo el doctorado, que también me lo he dejado, creo (ríe). Nos pilló en un buen momento para meternos en esta aventurilla.
En la era del individualismo tenéis como objetivo generar comunidad, ¿cómo se os está dando?
Jaime y yo nos conocimos en el entorno de la fotografía y desde entonces nos ha gustado mucho hacer comunidad. Siempre nos ha gustado participar en proyectos colaborativos, asociaciones, y nos parece natural. Nos gusta estar rodeados de gente, somos muy familiares.
Nos encantaría ser percibidos como algo más que una librería, nos gusta mucho la gestión cultural y la hemos hecho durante años. Somos muy movidos y no queremos estar solo en un sitio todos los días abriendo y cerrando, queremos también dar rienda suelta esa parte más creativa.
De ahí que Bangarang sea la sede de muchas iniciativas interesantes, como por ejemplo…
Hemos tenido la suerte de conocer a gente superguay a raíz de abrir la librería como es Salva Alemany, escritor que organiza el club de lectura sobre novela negra que hemos tenido desde el inicio. También Alberto Torres Blandina que es amigo y dijo que quería hacer el club de lectura ‘las raras’ sobre novelas digamos que inclasificables. Junto a Ana Camarena decidimos hacer el ‘club hexagonal’ en el que rompemos con los clásicos clubs de lectura y va más por una temática y luego ahí confluyen las referencias. Conocimos a Sergio Membrillas y nos propone el Club Bla, Bla, Bla en el que nos visitan profesionales del mundo de la creatividad, ilustradores, diseñadores, fotógrafos, y nosotros encantados. Después conocemos a Diego Obiol y nos propone hacer Quiosco, un encuentro sobre revistas y cualquier cosa impresa. Y así seguimos, es un no parar.
Nos encantaría poder programar anualmente, tener más tiempo y espacio para generar más contenido. Ahora vamos al mes o incluso a la semana, nos gustaría poder tener más perspectiva en ese aspecto.
¿Cuándo lee una librera?
Por la noche, antes de caer en coma, y por la mañana, nada más despertarme.
Y escribir, ¿escribes?
Sí, al final te contamina. Todas las libreras que conozco estamos escribiendo. Estoy escribiendo narrativa de ficción un poco relacionada con el arte. Creo que estoy escribiendo una novela (ríe). Admitirlo en voz alta es una gran responsabilidad.
Apostáis por autores e ilustradores locales. ¿Algunos de los que más te gustan?
En cuanto a escritores Lidia Caro ha publicado una novela que es maravillosa que se llama ‘Los años que no’. María Bastarós, es de Zaragoza, pero vive aquí y ha publicado un libro de relatos que se llama ‘No era esto a lo que veníamos’. Alberto Torres Blandina que lo último que publicó fue ‘Jávea’, autoficción con algunas reflexiones ensayísticas. Y la última novela negra de Salva Alemany ‘Lapsus’ que acaba de salir.
En cuanto a autores de cómic, Jaime me dice por el pinganillo que él recomendaría a Ana Penyas, a Jotaká y a Rogelio J. Bueno y por supuesto a Paco Roca, pero a él ya no le hace ninguna falta que lo recomendemos (Ríe).
No te podemos dejar escapar sin que nos recomiendes una novela.
Os recomiendo ‘Amo a Dick’, el primer libro de la escritora neoyorkina Chris Kraus. Una novela publicada originalmente en 1997 que ahora que acaba de reeditar Alpha Decay con prólogo de Gabriela Weiner. Es una novela epistolar, pero en realidad es un ensayo, aunque realmente es autoficción. Es muy extraña, apasionante, y en un determinado momento se convierte en una cosa performática física, para mí lo tiene todo.